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miércoles, 1 de julio de 2009 |

¿Vos que sos de mi?... ¿en que nos hemos convertido?... ¿qué nos ha hecho el tiempo?

Marionetas del destino y víctimas de nuestros intentos.
Me recuerdo entre tus manos, de tus manos y para tus manos naciendo, te recuerdo entre mis piernas, de mis piernas.... y es que para tus piernas mi cuerpo ha sido creado.

Hemos renegado tanto este destino, lo hemos llamado de mil nombres maldiciendo y suspirando, añorando los momentos de gloria que pasamos con los cuerpos abrazados, con las almas entregadas y electricidad recorriendo cada poro, cada espacio y fragmento de este encuentro....

Hemos renegado los errores, hemos omitido tantas cosas, mil preguntas, mil respuestas que dan miedo cuestionar y responder porque atormentan ese pasado en el que nos dejamos ir sin soltarnos de a deveras, en el que nos despedimos sabiendo que regresaríamos tarde o temprano.

Soy víctima de amarte tanto, asi de intenso, asi de tajo... de sentirte mia cada vez que te toco, cada vez que me sumerjo en tu boca, en tu pecho, en tus labios. Me doy cuenta de tantas cosas , cuando entre el ritmo de tus gritos nos volvemos una bomba de energía que explota, un acertijo del destino que me lleva a creer, a gritar, a sentir que con el simple hecho de ver tus ojos, de tocar tu mano, de nombrar las 6 letras de tu nombre... de saber como siempre, para siempre y desde el fondo de mi alma, que

Yo te amo.

Ser uno

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Lo efímero de la existencia, lo cobarde que se vuelve uno cuando se deja llevar por la marea en la que vivimos, lo aterrador que es a veces sentirse desprotegido y sin futuro, lo frustrante que es no poder tomar todo eso que tenemos dentro y que nos estorba para desterrarlo por completo de nuestro cuerpo. Todo eso me hace no poder ser.


Subo, bajo, corro, camino, respiro y me doy cuenta que a veces olvido lo hermoso que es respirar, lloro, río, despierto, exploto, y una niña abandonada en el metro con la mirada perdida a causa del thiner que le han hecho inhalar y sin más sueños que el de comer ese día, me regresan a esta realidad, me olvido de lo trágico y al mismo tiempo lo guardo en mi memoria como si fuera una tarea pendiente por terminar; recuerdo a Kant y me pregunto lo mismo una y otra vez

¿Cómo es posible la libertad en un mundo determinado
necesariamente por la causalidad?


La realidad me abate y empieza esa lucha casi dogmática de mis sentidos. Razón, sensibilidad, espíritu, inteligencia; sufro las consecuencias de querer empatar dos polos opuestos, sufro las consecuencias de querer entender cada acción, cada pensamiento que asalta mi mente. ¿Es posible no dejar que las cosas influyan en nosotros?, ¿es posible que el idealismo permita que en realidad todo se origine del pensamiento? ¿Es el pensamiento causa y no consecuencia?


Cállo y permito que fluyan las ideas, callo y solo observo ese mundo que me pisa los talones, ese mundo que va tan rápido que a veces siento que no alcanzo y que otras lo veo demasiado lento. Pero al final casi siempre entiendo que soy yo la que no ha aprendido a medir sus pasos, que a veces de querer tanto corro, que de vez en cuando de tanto querer analizar me quedo en paso lento.

Sujeto mi alma con fuerza, le beso lentamente la boca y le aseguro que si mira al espejo verá la - maravilla de las maravillas, le aseguro que aún existe una infinita riqueza en el alma humana, le quito ese vendaje que se puso en los ojos para no salir huyendo de este mundo, la invito a sentir esa fascinación que me embarga cuando observo esa parte de universo que hoy piso, huelo, siento, vivo, escucho, pruebo, respiro… le invito a girar en torno a su propio mundo interior y sacudirse esos miedos que le han enterrado en lo mas profundo, le invito a rescatar su esencia, a tomarme de la mano y sonreír, sonreír, sonreír.

“Ser uno con todo lo que vive y volver en un feliz olvido de sí mismo”.

Ser un feliz olvido de todo eso que me ata a un mundo en el que se han olvidado que puede existir el ser humano sin el constante recordatorio de lo “diferente” que se es al anhelar algo –distinto- de lo que el promedio anhela, ser un feliz olvido de esos viejos rencores, de esos viejos tabúes, de esas gastadas frases hirientes, de esa insensatez que pretende herir a la sangre de la sangre, a la especie de la especie, a la raza de la raza, la humanidad.

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