Te disculpas por cosas del pasado... te disculpas tan solemnemente y una lagrima se asoma casi instantáneamente por tu pequeño ojo. Pides perdón por todo ese abismo que atravesamos y prometes donarme cada gota de vida que te queda, saciar mi sed de cariño con tus senos en mi boca, con tu lengua entre mis piernas y mi corazón sobre tu mano.
Prometes días de esos en los que el cielo se torna un poco más suave, los arboles huelen a canela, la brisa se ve de colores y el viento sopla como la canción que tiene por nombre tu rostro, me siento dichosa de saberte aquí conmigo jugando a prometernos ese tiempo que aún no poseemos.
Huelo tu perfume, abro los ojos, veo tus pupilas dilatadas gritándome todo eso que llevas dentro y a tu boca cerrada como una lápida de esas que ruegan ser abiertas, es entonces cuando despierto con un golpe punzante en el pecho que me recuerda que tu no eres de esas, que las promesas son de algodón y fácilmente se ven deshechas, que tu nada me prometerás.
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