Ese momento.

Quiero atesorar este momento para siempre en mi memoria. Tus manos delineando mis ojos, tu cabello revuelto en un mar de olores y estampas de mi presencia en tu cama, el aire se pinta de mil colores con esas notas que salen de tus labios mientras tarareas una canción que inventaste hace 2 segundos.

Te miro. Me pierdo en tus ojos café claro y una gran calma invade mi cuerpo, dibujo tu rostro en mi mente una y otra vez mientras los 5 centimetros que separan nuestros rostros se vuelven un abismo inmenso, muero por besarte, por amarte una y otra vez hasta que mis piernas y brazos tiemblen, muero por decirte todo esto que esta en mi mente, y sin embargo prefiero callar. Callar y deleitarme con ese momento que recordaré por siempre, el momento en el que tu rostro parece tan tranquilo y sereno, el momento en el que te veo sencillamente feliz a mi lado, una rafaga de seguridad entra en mi cuerpo y todo parece tan común y ordinario que no quiero mancharlo con palabras estorbosas que no alcanzarían para describirte que sagrado es para mi el tenerte conmigo.

Mía.

Yo tuya.

Sin duda alguna si tuviera que elegir un momento y hacerlo eterno, escogería el momento justo después de hacer el amor, ese momento en el que los cuerpos cansados nos tiran y comenzamos a abrazarnos, ese momento en el que me dices te amo con palabras y silencios, con miradas y suspiros, con tu brazo abrazando mi cuerpo sudoroso y mi cabeza reposando en tu hombro, ese momento en el que con solo verte entiendo porque existe la palabra amor. Ese momento en el que somos una, el viento no sopla, las manecillas se detienen, y puedo morir.

¿que tienes? ¿por que estas tan callada?. Preguntaste.

Aquí está la respuesta.